Cuando hablamos de «primerizas» nos imaginamos a una mamá embarazada, con un bebe o un niño pequeño. Cuando vemos a una mamá de hijos adolescentes, la vemos como una madre experimentada, que ya lo sabe todo y es la voz de la experiencia. FALSO! MENTIRA! Puede que las que tenemos hijos más grandes tengamos un par de años más de experiencia, pero te confieso querida compañera de tribu, que lo de primerizas no nos lo quita nadie..
Los hijos van creciendo y nosotras con ellos de la mano. Nada nos prepara para lo que viene en la siguiente etapa. Luego de la primera teta, el primer mamá, la primera papilla, el primer diente, el primer paso, el primer día de cole y muchas primeras veces más la cosa no termina ahí. Hay muchas primeras veces que nos acompañarán durante toda la vida cuando eres mamá, por que la maternidad no se acaba con la niñez, la maternidad dura para siempre.
Yo hoy entrando a la pubertad me siento más primeriza, más perdida y más llena de dudas que nunca. Me encuentro frente a un sin fin de nuevas primeras veces, y no siempre sé si estoy reaccionando bien o tomando las decisiones correctas. Me siento tan vulnerable y dudosa como me sentía cuando la tuve en mis brazos por primera vez. Todas las dudas y preguntas vuelven a mi cabeza ¿Lo haré bien? ¿Soy buena madre? Y ahora…¡¿Qué hago?! y con ellas también todas las emociones maravillosas de verla crecer y disfrutar de la vida. Me temo que esta sensación de primeriza no va a desaparecer cuando superemos el primer beso, la primera regla, la primera fiesta y la primera rotura de corazón.
Hoy tengo más claro que nunca que seré primeriza por el resto de mi vida, que cuando supere la adolescencia y mi pequeña sea ya una mujer, aún habrán un sin fin de maravillosas primeras veces por venir. Los nervios cuando se vaya de viaje sola por primera vez, el orgullo que sentiré ese día que tomemos desayuno en su primer día de trabajo, el vacío y satisfacción de verla crecer cuando se independice y se vaya a su primer segundo hogar. La primera vez que me invite a comer a sus casa.
Me alivia saber que seré primeriza por siempre, que aún hay mucho por descubrir, que nos faltan infinitas primeras veces por sentir. Que seguiremos creciendo juntas de la mano. Que hay mucho que me falta por aprender como mamá en este largo y mágico camino. Que hay emociones maravillosas que me quedan por vivir por primera vez, cada una más maravillosa que la otra. Como cuando llegue a casa, corriendo a mis brazos y me diga, «Mamá. Estoy embrazada. Voy a ser mamá.» Cuando la vea por primera vez con su hijo en los brazos y me lo de para cargarlo y olerlo por primera vez, parte de mi, el bebe de mi bebe. Y es que si, así es, seremos primerizas por siempre y para siempre, por que seremos madres toda la vida, y esto no se nace sabiéndolo hacer, esto se aprende viviéndolo un día a la vez.
La Tata, agradecida de ser primeriza por el resto de su vida.
Lloré ! Lindo post 🙂
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Me ha conmovido mucho este post. He imaginado cada futura primera vez que mi bebé me regalará y he llorado con sentimientos encontrados al imaginar la primera vez que se vaya a su primer segundo hogar como lo llamas… aún falta muchísimo para eso, pero siento que no quiero que el tiempo pase tan rápido, quiero sentir, oler y saborear a mi bebé toda la vida, llenarme los pulmones de su aliento, del olorcito maravilloso que encuentro detrás de su cuellito… sin embargo, verlo crecer llenito de amor y salud es lo único que deseo, es mi mayor motivación. Caray! cómo son de contradictorios estos sentimientos… realmente siempre seremos primerizas, qué bendición!
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